Orla de notables
Ignacio Corrons
El padre Ignacio María
Isidro Corrons y Zabala es un caso atípico de clérigo casi mitológico. No se
dispone de ninguna foto suya y se sabe tan poco de su vida personal anterior al
desempeño eclesiástico que es preciso recurrir a sus sermones afortunadamente
recopilados por la madre Bernardina Bello
(f.c.j. ) en un volumen intitulado "Pietate".
Única imagen fiable de la que se dispone |
Las andanzas evangelizadoras de este jesuita también permanecen casi ocultas bajo un manto neblinoso que deja ver solo algunos
destellos de luz en reseñas periodísticas o diocesanas muy dispersas. El gran
erudito laico, Evangelino Trijuenque, es el único historiador sacro que ha ido
un poco más allá que la madre Bello y trabaja en una tesis doctoral que
presentará en la Universidad de Comillas dentro de unos meses sobre la magna y
desconocida vida y obra del padre Ignacio Corrons (s.j.)
Se le conoce también como el
evangelizador de Río Muni y es ahí donde, cual Guadiana celeste, su rastro aparece
y desaparece tras la independencia de los bellos territorios guineanos para ir emergiendo
a los solos efectos documentales.
Se sabe pues que nació en
Ormaiztegui (Guipuzcoa) el 9 de mayo de 1911 en el seno de una familia
ultratradicionalista en la que don Tomás de Zumalacárregui ocupaba un lugar
troncal ya que siempre se ha tenido al padre Corrons como sobrino cuarto nieto
del Tigre de las Amescoas. No está documentado en cambio –o al menos no suficientemente-
su óbito, de manera que si bien es cierto que, por el tiempo transcurrido y la
provectísima edad que habría alcanzado este audaz cura, es fácil inferir que
debe haber sido llamado ante el Altísimo, tampoco está claro que eso haya
sucedido puesto que ningún registro civil español lo tiene, a día de hoy,
acreditado. Este detalle aumenta los tintes míticos que acompañan al sacerdote
más prolífico en sermones de gran calado moral y teológico.
Este sabio misionero por otro lado está
considerado, en todos los tratados musicológicos serios, como el introductor del txistu en el África Negra (junto con el
padre Ciriaco Ramírez) y también de las bandas de cornetas y tambores (de
consuno con los padres Armengol Coll y Olazarán
Salanueva) como medio evangelizador y de cohesión social en una "selvática sociedad de cafres pendientes de redención" (sic).
Convencido de que el conocimiento del enemigo es
el mejor principio para domeñarlo, frecuentó tertulias de los círculos
intelectuales y, refractario a todo fulgor del raciocinio, defendió el Corpus
Iuris Canonici más allá de lo prudente actuando de verdadero ariete contra la
modernidad y el progreso.
Entre los grandes olvidados de la carcunda
hispana, la figura de Corrons se hace sumamente necesaria para comprender
muchísimos hitos de la historia de España en los que tangencial o directamente
intervino.
A quien le haya movido la curiosidad de saber más sobre este
fabuloso personaje le recomendamos que, mientras no dispongamos de la
sustanciosa obra del erudito Trijuenque, acuda a un libelo titulado Del missal fins al pardal pues es la
única fuente documental (junto, claro está, al volumen Pietate) en la que se perfila atinadamente su figura.
El carácter espiritual de su prosa y lo azaroso de su desaparición, emparenta a este procer con Sant Exupery y Elvis. Justo reconocimiento.
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