EL CENICERO AMARILLO O DE LA IMPORTANCIA DEL SERVICIO DE MANTENIMIENTO DE ASCENSORES

I —Ay hijo, eso no, por favor, eso no… —solloza doña Ricarda mientras Oswaldo la inmoviliza en la silla con una cuerda. Son sus últimas palabras, antes de que su boca quede sellada con cinta americana. —Hala, calladita abuela, y tranquila que es un momento. Le ha llamado hijo y además físicamente le recuerda un poco a su madre, pero Oswaldo es un profesional y sabe que no puede asumir riesgos, la seguridad en el trabajo es lo principal. No pensaba encontrar a nadie en pleno invierno en aquél edificio en la playa, pero nunca se sabe, en este oficio hay que lidiar con lo que sale. La anciana gimotea tras la mordaza, mientras Oswaldo registra la casa. En los estantes del mueble un Sísifo de metal macizo cumple condena aguantando las Grandes Obras de la Literatura Universal y otros...