EL AGLUTINADOR DE CONCIENCIAS DISPERSAS ( O EL EXTRAÑO CASO DEL Dr. SCHULTZE Y HELMUT II)

 

 


  

 I.- LA CASA

             Nunca hice caso a los rumores sobre fenómenos extraños y patrañas paranormales a los que tan aficionada es esta Morguesa atrasada y tosca. La  ignorancia  es tierra fértil para la proliferación de camelos,  y de eso, de ignorancia y estulticia,  andamos bien servidos por estos pagos. Así que jamás otorgué crédito a las murmuraciones sobre el doctor Schultze, que yo atribuía a la envidia e incomprensión de la chusma semianalfabeta. Y sin reserva alguna pujé por su casa en la subasta pública que se celebró en el ayuntamiento para saldar las deudas del científico desaparecido. No puedo negar que en esta ocasión la superstición popular resultó una gran ventaja, pues fui el único postor por aquella casa de las afueras del pueblo en la que ocurrían cosas.

            Tal y como la encontré —paredes desnudas, mobiliario escaso, destartalado y disparejo, y polvo, mucho polvo—, la casa resultaba de lo más desangelado, denotando la despreocupación de su anterior ocupante por todos aquellos detalles superfluos que convierten una casa en hogar. Durante varias semanas me ocupé en limpiarla, pintarla y amueblarla, sin observar  nada anormal que justificara su mala fama: ni presencias extrañas —más allá de unos curiosos ratoncillos—, ni psicofonías misteriosas aparte del ruido de las herrumbrosas bisagras, ni voces que no fueran la de los locutores de la radio que me acompañaba mientras yo trabajaba. Ningún alma en pena se presentó para conminarme a abandonar el inmueble. Todo de lo más trivial y tangible.

             Y si alguien piensa que, como en las películas de terror, esa normalidad está a punto de quebrarse por alguna aparición súbita  de esas que provocan un respingo en  la butaca y un grito de susto, desengáñese: desde que yo la ocupo, aquí no ha sucedido nada raro. Y si algo ocurre, no es en el inmueble, sino en mi cabeza. Aunque estaba, eso sí, el enigma del sótano.

            Verán: puesto que en el acondicionamiento de la casa yo había decidido proceder desde lo más simple a lo más complejo, el sótano había quedado relegado para el final. Y es que si la austeridad de las otras estancias me había facilitado el trabajo, lo del sótano iba a resultar una tarea formidable. Allí, extrañas máquinas de utilidad ignota —ni siquiera Alexius, mi amigo ingeniero, me supo dar razón— se amontonaban por doquier, y una maraña de tubos, cañerías y cables eléctricos colgaban del techo como ramas y lianas en la selva,  y se prolongaban por el suelo dificultando el paso. Una especie de jaula grande provista de correas parecía constituir el epicentro de aquel sistema diabólico. ¿Debía deshacerme de todo aquel engendro inútil? Parecía lo más razonable, pero la tarea se me antojaba  tan ingente que decidí por el momento dejar las cosas tal cual. Además, no era precisamente espacio lo que faltaba en la casa.

            Olvidados quedaron el sótano y sus enigmas hasta que, con la llegada del frío, hube de bajar para poner en funcionamiento la calefacción. Fue al ir a prender la caldera cuando en su interior, medio enterrado entre cenizas viejas y troncos carbonizados, descubrí el cuaderno. Debió haber sido arrojado allí con los últimos rescoldos del fuego o de lo contrario todo él habría perecido. La curiosidad me llevó a limpiarlo de cenizas y comprobé que se trataba de un libro de notas, sin duda de Schultze,  con algunas páginas —las menos—  casi indemnes; de otras no quedaba nada, y otras aparecían parcialmente chamuscadas de manera que en ellas solo era legible algún fragmento. El papel había devenido quebradizo como ala de mariposa y se deshacía entre los dedos apenas tocarlo. Con la esperanza de descubrir el misterio del sótano me propuse salvar lo salvable.

             El estupor que me produjo lo que leí, aún perdura y me mantiene sumido en una especie de perplejidad irresoluta que me impide discernir si aquello ocurrió de verdad o si no se trataría más que de las enfermizas fantasías de un loco, así que, obviando fórmulas, esquemas y prolijas especificaciones técnicas irrelevantes para quienes no poseemos los conocimientos ni las claves para su interpretación, transcribo para público conocimiento, los fragmentos rescatados, indicando con puntos entre paréntesis (…) las partes del texto entrecortadas o abruptamente interrumpidas por la combustión.

  

II.- EL CUADERNO

             19 de Enero.- Helmut I. Large White, macho, 14 meses. 112 Kg.  Alimentación con pienso compuesto (maíz, cebada, soja, harina de pescado y corrector vitamínico).

Dosis aplicada: 200 milischultzes .

Espasmos a 18ss. Babeo. Violentas contracciones faciales a 34ss.  Colapso a 45ss. Olor a chamusquina. La autopsia revela oscurecimiento y apelmazamiento encefálico severo.

Tras los esperanzadores resultados con roedores, lo ocurrido me ha sumido en el desaliento: ¿He fracasado (…) aglutinador de conciencias dispersas es un  fiasco? ¿Desistir? He estado a punto de probarlo sobre mí mismo: si fallaba sería el final, pero ¿qué más da, si al ACD he dedicado mi vida?

             1 de Febrero.- He conseguido sobreponerme al marasmo en el que me hallaba desde lo de Helmut I. Aquello solo fue un traspié. Las grandes gestas de la humanidad están sembradas de cadáveres. ¿Electrocución o sobredosis de ondas  schulzicas? Revisar circuito eléctrico. Proceder con  más cautela (mucha más) con Helmut II. Reevaluar resultados con los ratones huidos —¿dónde se habrán metido esos canallas?—. Reducir irradiación. Aplicación progresiva.

Sé que puede funcionar y si funciona en cerdos, lo hará en monos y después en… ¡Hay tanta dispersión mental que concentrar!

             Fecha desconocida entre el 1 y el 7 de Febrero (…) contratiempo que espero no afecte al experimento (…) bolsa de plástico (…) cajas de alfajores  caducados dos años  (…) brazo de gitano enranciado  recubierto de confitura (…)  me disponía a tirar a la basura. En un descuido Helmutt II me lo ha arrebatado  y lo ha devorado todo (incluida la bolsa, las cajas de cartón de los alfajores y el papel de aluminio que envolvía al brazo de gitano) sin darme tiempo a reaccionar.

 (…) someter a dieta en pro de una mayor eficacia (…) reducir ración de pienso a (…) perseverar. La precipitación puede resultar fatal (…)

             7 de Feb (…) a dieta  (…)desde la  ingesta impetuosa de los alfajores (…) beneficiosa pérdida de peso dadas las limitaciones de potencia del aglutinador de conciencias (…)

(…) en posición en el ACD y tranquilo (65 mg. Diazepam).

T. rectal previa: 39,7º C.

Dosis inicial: 5 milischultzes, incrementando hasta 12,75. (…) aprecia un gesto facial (¿desconcierto?) (…) tic en su ojo derec(…) torcimiento boca y babeo.

T. rectal post-irradiación no controlada (abundante diarrea).

Una hora después de la irradiación, le proporciono su ración de pienso. Devora como siempre (como si no hubiera un mañana).

(Apreciación personal acientífica: como si al acabar de comer me hubiera dirigido una mirada suplicante).

             Fecha desconocida entre el 7 y el 14 de Febrero (…) evaluación de las curvas de respuesta (…). Reprogamación del emisor schuzlcico.

(…) mutt II descansa en su pocilga. Sin secuelas apreciables (…), tic en el ojo y babeo(…) desaparecido totalmente (…)instalado electrocardiógrafo y (…)encefalógrafo para control ritmo cardiaco y actividad cerebral(…).

(…)Helmutt II sigue a dieta (…) mirada lastimera de perro apaleado.

 (…) duchado a Helmut II para evitar el hedor y que la costra de mugre pudiera dificultar la penetración de las ondas schulzicas. Reacción positiva al agua templada (no así a la fría).

13,50 horas: última ingesta de pienso  antes de la prueba  de mañana.

Por la tarde, proyección en la pared de la pocilga (…)mperio de los sentidos»(…) interrumpir la proyección(…) lmut II se excitaba ostensiblemente(…) yo también un poco, la verdad.

             Sin indicación de fecha :  (…) de maleato de acepr(…)  y diazepan. (…) temperatura rectal previa: 39,1º C. (…) irradiación : 7,25 milischultzes hasta 25,50 mlsch. (…) aparición del  típico rictus facial(…) mueve la boca como queriendo (…) débil gimoteo  de reminiscencias consonánticas  (¿p?) que no se corresponde con el gruñido o guarreo de un cerdo y que persiste tras el cese(…).

(…) magnetófono. Al  subir el volumen, se aprecia que la consonante (oclusiva) desemboca  en un proyecto de vocal  (¿i? ¿e?)(…)  mañana próxima sesión.

             14 de Febrero.- Día de los enamorados. (…) parámetros previos (t.rectal, sedación y electoc.). 

Dosis inicial 10 milischultzes y aumentando cada 15ss. en tramos de 2,25 mlsch.

El rictus facial y el babeo (…)a partir de los 20 mlsch. Reaparece el gimoteo, si bien ahora se percibe nítidamente la vocal “i”, incluso una “e”: pi…pi…pie .  Aumento intensidad de irradiación hasta 30 mlsch.  Gestos de esfuerzo. Electrocardiograma aceptable. Mantengo intensidad hasta que de forma débil, creo oir : «pii…piii…pii…en…, pii…pii…pien…sooo». Mi corazón da un brinco: ¿He alucinado? ¿Será el cansancio? Todavía estoy dudando cuando Helmut insiste: “Pieeensoo” ¡No hay duda! ¡Helmut ha pedido pienso!¡Dios mío! ¡Quizá he sido cruel con la dieta! Mi corazón cabalga desbocado. Helmut persiste en su demanda: “Pi…pi…piensooo”. Desconecto el ACD y me apresuro a llenar su comedero, debo premiar su esfuerzo. Helmut come, si bien me llama la atención que no se haya lanzado sobre el pienso con la ansiosa glotonería de antes.

             15 de Feb(…): Hoy descanso (…) y de forma insistente: “pienso, pienso, pienso…”. Atribuyo su obsesión a un reflejo atávico, instintivo, inextinguible en su especie y no a verdadero apetito, pues Helmut consume el pienso con una moderación impropia de un gorrino (…) se recuesta melancólicamente en la pocilga. No atenderé su demanda hasta que no se termine todo el pienso del comedero.

             16 de Febrero :(…) hasta los 50mlsch y manteniendo (…)mismos síntomas (…)constantes vitales correctas (…)predominio de ondas beta en el encefal (…). «Pienso…pienso…, pienso…», repite obsesivamente a pesar de que tiene el comedero casi lleno. Me mira como si me reprochara que no atienda su demanda(…).

Caigo en la cuenta: ¿Y si en realidad no pide pienso?¿Y si solo se trata de un efecto sonoro producido por una alteración de su aparato fonador? Eso explicaría todo: el experimento habría modificado su voz  y convertido su  gruñido porcino  en  algo semejante a esa palabra que ya me resulta odiosa: pienso, pienso, pienso…. Solo era eso. ¡Ingenuo de mí! ¡Y yo creyendo que el animal pedía más comida!:

— «¡Pienso, pienso, pienso…»— insiste el gorrino.

No puedo más, me siento hundido, frustrado. «¡Calla,  hijo de puta!», cuando:

—«…lu…lu…lue...go existooo…».

             19 Febrero.- Me desmayé. No he sido capaz de retomar el trabajo hasta hoy.

(…)reanudar experimentos(…) aglutinador de conciencias dispersas, antes de presentar (…)comunidad científica(…) evolución de Helmut II es increíble (…) en humanos?.

¡Cuánta dispersión mental será capaz de concentrar el ACD para que cada uno alcance su propósito, su ideal único y magnífico sin perderse en los vericuetos y distracciones que consumen su energía y recursos hasta el fracaso!

 ¡Y qué decir de mí! Newton, Einstein… ¡Schultze!

Mientras me ducho ensayo en voz alta el discurso del Nobel.

 

…………………………….

 

            A partir de aquí apenas algún retazo suelto y sin sentido, sin indicación de fecha, que transcribo para que cada cual llene los espacios —o abismos— como su imaginación le dicte:

 

 (…) paella de pollo y conejo (…). De postre torrijas.

(…)superhombre o supercerdo. Creo que es mi responsabilidad orientación intelect(…)

(…)  belión en la granja», que ha influído notablemente en su carácter (…)

(…) Marley & the Wailers, y baila con aceptable ritmo (…)

(…) allá del bien y del mal» , la obra de Friedrich(…)

(…)als Wille und Vorstellung»,   de Schopenhauer ¡y en alemán!

(…) misterio de la Trinidad cristiana, según Helmut, como una derivada mística de la  incertidumbre cuántica(…)

 (…) tardes mirando la televisión. No suelta el mando (…)

(…)(…)sexuales que me niego a satisfacer(…)

(…) mut II y yo al ACD con un doble terminal para interconexión de nuestros (…)

(…)dudas de lo que pueda resultar(…)

(…) miedo(…)

 


 

EPÍLOGO

            Lo que acabo de transcribir es lo que hay. No hay más.  «Miedo» es la última palabra legible en el cuaderno de Schultze. No sé si hubo otras páginas antes o después —las primeras y las últimas serían las que más fácilmente arderían—. Si las hubo previas, puede que en ellas se explicaran las experiencias con los roedores; si posteriores, quizá contuvieran la clave de la desaparición de Schultze y su gorrino, pero mucho me temo que todo eso esté definitivamente perdido. Lo único que puedo decir es que, tras la lectura de las notas, me apliqué de inmediato a desguazar aquel ingenio, y en el sótano ya solo queda la caldera, mi bicicleta estática y algunas botellas de vino.

            Mi talante escéptico me impide dar credibilidad a los supuestos avistamientos  zoomórficos que últimamente proliferan por Morguesa, y mucho menos relacionarlos con el doctor Schultze, Helmut II y su aglutinador de conciencias dispersas; además, esta es   tierra de gorrinos silvestres y de gente beoda e ignorante que bien puede confundir a un simple jabalí hozando en un basural con…con cualquier cosa.

            La casa sigue tranquila y en paz, pero uno no tiene control sobre su subconsciente y yo no puedo sino atribuir a aquellos papeles medio chamuscados las pesadillas que últimamente invaden mi sueño. 

            Y luego están ellos, esos ratoncillos a los que a veces descubro mirándome.

 

 

FIN

 

 

 

 

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Prelados ilustres