CANTATA DEL PROMOTOR INMOBILIARIO (desde lo abstracto a don Concreto)
La ciudad,
como el océano en sus mareas, se despliega y se contrae, arrastrando en sus pleamares y reflujos el saldo bancario del promotor.
No tiene el promotor aura de santo (si se sustancia
en cocaína —que yo no digo que— es para
compensar la carga del adjetivo “inmobiliario”, que tiende a la gravedad telúrica y a la
redundancia de una letanía; si en whisky —tan propicio en la celebración como en el naufragio— es por asimilar con
mayor aplomo los recodos de un camino minado de boletines oficiales), ni de mártir
del reciclaje de la basura doméstica.
El promotor inmobiliario va a misa los Domingos (lo cual resulta del todo inútil pues
modernamente se ha comprobado que la eucaristía no convalida la construcción de
edificios) y solo confiesa los pecados de abajo, como si la edificación de
apartamentos en la playa no fuera tanto o más grave que las cosas del pajarito.
Ni siquiera dar limosna a los pobres le redimirá de culpa porque todo el mundo
sabe que si lo hace es únicamente para lavar su conciencia (aun así el pobre prefiere que se la den —¡los
pobres son tan hipócritas !—).
Amigo de
sus amigos (concejales), el promotor paga copas, deja propinas, y, en el
maletero de su Mercedes acumula, en estratos intercambiables:
presupuestos,
una toalla (único testigo de
aquello),
abortos bidimensionales con
jacuzzi y pista de paddle
contratos,
zapatos sucios de antiguos barros
(de cuando el precio tasado),
dos raquetas de tenis mal
encordadas,
lubricante universal (en
sobres marrones en un doble fondo),
caja con dos grifos y el
cadáver de un videoportero,
casco de obra
y un libro de páginas
arrugadas que empezó a leer (o no) en un momento de debilidad…
Llegados a
este punto, se impone acometer un repliegue pues esta pintura no es sino el fruto tramposo de un
prejuicio mentecato y una grosera tentativa de confirmar arquetipos que la realidad —rebelde (o puta)—desmiente a cada instante. Porque no se debe generalizar: algunos rematan la obra con una torrecita para besarse en las puestas de sol y otros
lo hacen con un palomar (que con el tiempo se llenará de mierda); los hay con
gustos sexuales retorcidos, otros que
ponen balaustradas neoclásicas en los balcones e incluso quienes no esquían en vísperas de
año nuevo. También están los que venden sobre plano y luego…. luego nada.
Y por fin, descendiendo a lo concreto por un
terreno abancalado como de poema dadaísta, llegamos a Don Concreto propiamente dicho,
gerente,
garante,
y tunante de Arpegio & Bloque, S.A.U., empresa músico-constructora cuyas grúas alzan ladrillos y guitarristas de rock&roll, sacos de mortero y cuartetos de cuerda, losas de pavimento y agrupaciones corales.
gerente,
garante,
y tunante de Arpegio & Bloque, S.A.U., empresa músico-constructora cuyas grúas alzan ladrillos y guitarristas de rock&roll, sacos de mortero y cuartetos de cuerda, losas de pavimento y agrupaciones corales.
Don
Concreto construye musicalizadamente seleccionando el repertorio a tenor
de cada fase, pues no se trabaja igual
bajo el fragor de los Scorpions o Motorhead (movimiento de tierras y
cimentación) que arropado por el clasicismo impetuoso de Beethoven o las inflaciones
operísticas de Wagner (ambos muy adecuados para el levantamiento de la
estructura y forjados); en tabiquería e instalaciones alternar la ligereza de los Beach Boys y epígonos con
la elevada espiritualidad de un motete bachiano suele dar buenos resultados,
mientras que para el remate y ornamentación tanto vale la fantasía de
Mozart como la iconoclastia de Frank Zappa, la dislocación clusteriana de Monk
(Thelonious Sphere), o la tristeza de tarde de lluvia de una Gymnopedie…dependiendo, claro está, del efecto
buscado en el acabado. El tempo de la música marcará, por otra parte, el avance de las obras, de manera que cuando
los plazos aprietan se imponen los vivaces, allegros o los prestos, mientras que
la ejecución de los detalles más exquisitos exige la plácida serenidad
del andante o incluso la morosidad y la pausa de un adagio o un largo.
Una
sinfonía de cemento y vidrio se levanta finalmente en el antiguo solar. Dicen
que canta en el silencio de las noches. Si es el espíritu excelso de una casa parida
y criada entre corcheas, bemoles y pizzicatos o si solo es el viento que suena
al atravesar las grietas inaceptables de las paredes es el juez quien tiene que
decirlo.
Molt bona la cantata felisitasions!
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