USOS TERAPÉUTICOS DE LA CALABAZA

          

          Un día me levanto de la cama con angustia  existencial y flatulencia.

         —El doctor Friod, no está en casa, deje su mensaje despues de la señal. Biiip...
         —¡Mierda!

         ¿Qué hago?  Internet  —¿qué si no?—. Tecleo los síntomas  y comienzo una  angustiosa  singladura por un océano virtual en busca de remedio. En cada click me salen al paso turbadoras sirenas de siliconadas ubres y sirenos rabilargos con promesas de lascivos paraísos a cambio de nada;  o casi nada : visa, mastercard, american express…
         El petardeo sostenido de la válvula inferior —prrrt…pfff, pfffrrrt…— acalla los tentadores cánticos de las malintencionadas ninfas y sigo mi rumbo sin dejarme embaucar y sin comprometer mis tarjetas de crédito.
          Ya está, lo encontré, los síntomas son inequívocos: la tenia o solitaria, ¡huy la ostia, qué asco! Sigo navegando, nervioso, en busca de remedio. Un experto  propone ventilar el ojete junto a un plato de natillas —tentación invencible para el alien—  y cuando salga para abrevárselas, agarrarla por la cabeza y estirar.  No, no, lo he entendido mal —estoy tan nervioso—,  el plato hay que acercarlo a la boca  para que la bicha asome  por ahí .  Me estoy mareando solo de pensarlo, pero no,  Morasio, has de ser fuerte.
          No tengo natillas; a lo mejor un yogurt de coco… Lo vierto en un platito y me lo acerco a la boca. Estoy aterrado. Diez minutos, quince…,  no sale, qué alivio. A lo mejor sí que era por el culo. Probemos.
          Qué incomodidad, leñe, así en cuclillas sobre el plato. Ya me duelen las rodillas y nada, será que al monstruo no le gusta el coco;  quizá de piña…

          Ring, ring, ring…

          —Morasio, he escuchado su recado. Es usted un pesado...

          Friod se muestra poco receptivo, pero consigo transmitirle mi problema.
          —...y un  paranoico, Morasio; usted no tiene nada, coño, deje de meterse flanes por el culo, haga el favor.
          —No, doctor, no era flan, era yogurt; y no me lo metía, solo lo acercaba.
          Siento la respiración profunda de Friod en busca de autocontrol…
           — Mire, Morasio, para que se quede tranquilo: cómase un ajo crudo y asunto arreglado, no hay solitaria que aguante eso.
          — No doctor, el ajo me sienta mal,  ¿no podría ser otra cosa? ¿calabaza asada, por ejemplo?
          —¡Me cago en la puta, Morasio!  Sí, coño, calabaza, cómase una calabaza.
          Y cuelga. 
          Le he notado algo tenso, pero la verdad es que yo me encuentro mucho mejor; hablar con Friod siempre me alivia, y además me encanta la calabaza. Me haré una foto con ella antes de asarla.

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