Vivir en los anuncios

Cuando se acercan las fechas proclives al regalo, la publicidad televisiva se preña de perfumes de todas clases que prometen paraísos de los que podemos renegar entre bufidos y pestes. ¡Qué manera de tomar el pelo!, decimos. Pero, ¿no sería más chulo poder quedarnos a vivir en esos anuncios maravillosos? Por lo común presentan parejas que se lo están pasando de muerte con los preliminares de unas sesiones de sexo quizás gloriosas. Otros anuncios nos muestran a algún gilipollas en el desierto o en medio del mar venga pegar miradas angelicales o haciendo chulerías. O bien, los ambientes más sofisticados en los que uno se toma una copichuela y persigue a la bella. Bella que muchas veces está tan calentorra que parece que va a usar el envase del perfume como confortante venéreo. En fin, mundos sin vejez, estrés, apuros… ¿Por qué no quedarse a vivir en esos anuncios y pasar de todo lo demás? Ahora que está pasando el tsunami navideño y el efecto narcótico que con él trae, es el m...